viernes, 1 de diciembre de 2006

EN REMODELACIÓN

¿Quién está moviendo las piezas?... ¿Son movimientos propios ejecutados de manera inconsciente, es nuestro ego, nuestros miedos, nuestros sueños, nuestros deseos y anhelos, lo que nos vendió la tv, la moda, el cine, la música y todos lo que se adhirió a mi ser en una transfusión continua de miles y miles de significados, de imágenes, de ideas y etiquetas, de formas de entender el mundo?...

Mi mundo, que realmente no está construido por tantos elementos, se encuentra en remodelación: casa, trabajo y corazón están en mudanza; se tomaron muy en serio el hecho de comenzar el año con una nueva vida y hoy están en tal reacomodo que a mi me tienen en medio del huracán, viendo volar las cosas, ir y venir los sentimientos… ¿En dónde finalmente caerán las piezas?...

Quieta, estática, otra vez me toca estar; en parte por miedo al cambio y en parte porque aún no soy tan conciente de cuándo generé el inicio de todo esto. Comenzaba a sentirme mareada, literalmente amanecía con nauseas y creía desvanecerme en medio de este espiral; pero me he acercado al centro y espero, espero a que pase la tormenta… No es la primera vez que alguien toma mi rompecabezas de 5000 piezas y lo lanza al espacio, las diminutas piezas se disparan para comenzar a volar y flotar, mi primera reacción intenta correr y rescatar todo, evitar la caída, evitar la destrucción, detener la separación. Pero es demasiado tarde, todo comienza a moverse en cámara lenta, el huracán me coloca al centro y las infinitas piezas flotan por arriba y alrededor mío, solo me queda esperar, esperar mientras miro, esperar mientras el gélido aire sacude todo, esperar a que las partículas se reacomoden y mirar el nuevo panorama…

Todo esto es como una enorme ola, esa ola que me acecha en mis repetidos sueños, esa inmensa ola que se convierte en una sólida y altísima pared de agua, tan alta que se dibuja como un edificio y yo permanezco quieta, frente a ella, a la orilla del mar, mirándola fijamente, estática, aterrada al observar su venida, creo que al romper moriré, siempre tengo la sensación que con su llegada me destruirá… Nunca se me ocurrió pensar que no es necesario enfrentarla, nunca me pasó por la mente que no era necesario retarla, que no era necesario saber cuándo iba a romper para arrollarme y tragarme en sus profundidades, nunca se me ocurrió que lo único que necesito hacer es darle la espalda y montarla, subir en ella y romper con ella, inmersa en su espuma, nunca se me ocurrió en ser como el agua y nadar a su ritmo, fluir con ella y llegar a la orilla… Y tú que hasta en mis sueños apareces y al ver la ola, precisamente fue lo que me dijiste, dale la espalda y quédate ahí, yo la veía crecer sobre mí, yo veía como se edificaba un líquido inmenso dispuesto a desplomarse sobre mí, y tú me decías, no temas, no te va a pasar nada… Aún no termina por romper la ola, ni aquí ni en el sueño; sólo estoy esperándola, para fundirme en ella.

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